Desde su origen en la Edad Media europea, las universidades se han han hecho cargo de las inquietudes intelectuales de la sociedad en que están inmersas y han sido un foco de generación y transmisión de conocimiento para sus comunidades.

En este contexto, las universidades desarrollan investigación científica y docencia para la formación de profesionales como una manera de crear nuevas ideas y soluciones que aporten a las necesidades de su entorno, con foco en el desarrollo socio-económico de su comunidad y territorio.

No obstante, esta vocación declarada, las universidades siempre han enfrentado el desafío de mantener su quehacer alineado con la constante evolución de la realidad del territorio y la sociedad donde están inmersas. 

Esta discusión es extremadamente relevante en universidades regionales, alejadas del centro de poder nacional que toma las decisiones que las afectan directamente.

¿Cómo las universidades regionales y la actividad científica que desarrollan enfrentan su relación con el territorio al que pertenecen?, ¿Cómo desde la universidad regional podemos aportar directamente e incidir en nuestras comunidades? y ¿Cuál es el rol que debe cumplir una universidad regional en un país en vías de desarrollo? 

Desde sus orígenes, la principal misión de las universidades ha sido la formación de profesionales que aporten a las necesidades del entorno. Sin embargo, la docencia universitaria no sólo es mecanismo de formación de profesionales, sino también una herramienta poderosa para aportar al desarrollo humano de la comunidad. Además de las competencias técnicas, la educación superior en regiones fomenta el desarrollo de habilidades sociales y el sentido de comunidad en sus graduados.

La mayoría de los graduados y estudiantes de nuestras universidades regionales proceden de comunidades o segmentos socioeconómicos desfavorecidos. En estos casos, el desarrollo de estudios superiores y de una carrera científica les han abierto oportunidades de crecimiento personal que no habrían tenido disponibles en sus comunidades de origen o que no tuvieron sus generaciones previas. 

Estudiantes y graduados han recibido herramientas que les permiten desplegar sus capacidades profesionales para vincularse no sólo a nivel regional, sino también nacional e internacional. De esta forma, las universidades regionales son actores esenciales en la movilidad social y agentes efectivos de desarrollo humano

Este rol es más trascendental en regiones periféricas de países en vías de desarrollo como el nuestro, donde la ciencia y el conocimiento deben ser diseminados con mayor intensidad y no ser sólo productos alejados de la realidad. 

En ese sentido, los esfuerzos científicos de alto nivel realizados por investigadores regionales para aportar a la solución de problemas regionales son el camino para conseguir a futuro pleno desarrollo de nuestra comunidad y territorio. 

Autor: Dr. Rodrigo González

Secretario de Investigación

Facultad de Ingeniería y Ciencias Geológicas