Los científicos Ailsa Naismith y Alfredo Esquivel, cuentan la experiencia de abordar el riesgo volcánico, trabajando con las comunidades aledañas a los volcanes activos en Latinoamérica, en Guatemala y Chile, respectivamente

Durante siete años la volcanóloga escocesa Ailsa Naismith, centró su trabajo en investigar las erupciones pasadas del volcán de Fuego de Guatemala, tomando en cuenta los distintos puntos de vista de quienes protagonizan la Gestión del Riesgo Volcánico: las personas que vivieron el evento eruptivo, el de las autoridades locales y, el de los científicos que desenmarañan la amenaza volcánica.


La investigadora de la Universidad de Bristol, fue la invitada internacional de la tercera jornada del ciclo de charlas “Los volcanes tienen su ciencia”, organizadas por el Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico -Ckelar Volcanes. La jornada tuvo como temática principal la elaboración de mapas de riesgos volcánicos junto al trabajo colaborativo con las comunidades que conviven con el volcán. La tesis abordada fue conocer cómo la experiencia de la gente local sustenta la investigación científica volcanológica.


Alfredo Esquivel, investigador doctorante de Ckelar Volcanes, en tanto, estuvo a cargo de la mirada nacional, abordando el trabajo que ha realizado en Chile colaborativamente con las comunidades altiplánicas aledañas al volcán San pedro, Lascar y Ollagüe,  ubicadas en la región de Antofagasta. Las charlas estuvieron moderadas por Yuvineza Gómez, investigadora postdoctorante del Instituto Milenio.

Las voces de volcán

En primera instancia, Ailsa Naismith habló de los primeros aprendizajes en terreno recopilando historias, realizando entrevistas en profundidad y encuestas, destacando que había una ausencia de las voces que conviven con el volcán. “Las personas usan su memoria de desastres pasados para la respuesta a desastres del presente. Ellas conocen los daños de erupciones que han ocurrido y eso lo utilizan para mitigar los riesgos de erupciones volcánicas venideras”, aseguró la experta durante su presentación.


De acuerdo a la volcanóloga, la inclusión de la gente local fue un pilar fundamental para el levantamiento de información: “Contar experiencias de un desastre ayuda a transferir conocimiento, aliviar el trauma, plasma narraciones. Pero también, la inclusión de las perspectivas de las comunidades, nos da nuevo conocimiento, acceso a sus memorias y vivencias. Es decir, la experiencia de las comunidades nos ayuda a enfrentar la complejidad del riesgo volcánico”.


El trabajo del doctor © en Geología Alfredo Esquivel es similar, realizó un análisis de riesgo y vulnerabilidad volcánica –inédito en el país­–,  que implicó conocer la infraestructura críticos de los poblados aledaños a volcanes activos como caminos, escuelas etc., líneas de ferrocarriles, como también el tipo de viviendas y actividad económicas de los poblados. Lo que le permitió una convivencia estrecha con las comunidades altiplánicas.

“El trabajo en terreno es fundamental en nuestra investigación volcanológica. Porque realizamos un análisis de vulnerabilidad muy riguroso, que implica analizar la vulnerabilidad social, física, territorial y económica de cada poblado, todos esto unido con su cosmovisión y diversas tradiciones”, afirmó el experto Ckelar durante su charla. El volcanólogo junto a otros investigadores, se aventuraron a profundizar en la cultura, religión y todas las particularidades de cada poblado, para así generar mapas que incluyeran la compresión del contexto sociocultural de cada comunidad.


A juicio del científico, la información levantada en terreno debe ser actualizada con cierta periodicidad para desarrollar mapas de vulnerabilidad y riesgo volcánico, y debe incluir un lenguaje simple y amigable, para que la gente los entienda. “Se trata de una herramienta que no solo utilizarán las autoridades gubernamentales y locales para la toma de decisiones, también las comunidades y servirá como recomendación científica frente a un eventual evento eruptivo”.