Por: Angela Gacitúa
El equipo Ckelar Volcanes, viajó a la comunidad de Ollagüe para conocer la percepción de esta comunidad ante la amenaza de riesgos volcánicos en la zona y entender cómo es la convivencia con los macizos.
Vincularse con las comunidades altiplánicas de Antofagasta es un arduo desafío, ya que, significa viajar cientos de kilómetros al interior de la región, territorios a los que no llega cualquiera.
En este contexto, un grupo de investigadores de Ckelar Volcanes, aceptó el desafío de trabajar en conjunto con estas comunidades. Relacionarse con los comuneros, autoridades y directivas, pese a los conflictos sociales, culturales y geográficos, son algunas de las dificultades que se enfrentan.
¿En qué consiste el trabajo? Marcos Godoy, psicólogo del proyecto, lo explica: “la construcción en conjunto, de planes ante eventuales erupciones volcánicas, para que las comunidades estén preparadas”. Para ello, se realizan intervenciones junto a los pobladores, para conocer sus interrogantes ante la figura imponente de los majestuosos macizos que permanecen dormidos, pero que algún día podrían despertar.
“Nuestra motivación es conversar con ellos y ellas, conocer su perspectiva, sus experiencias, sus historias, para así abordar tanto el área más teórica, de la ciencia, como lo más experiencial”, señaló Godoy.
A través del proyecto FIC-R Mitigación del Riesgo Volcánico, se han realizado acercamientos con anterioridad a las comunidades de Talabre, Toconao, y San Pedro de Atacama. En esta oportunidad, el equipo de investigadores trabajó en la comuna de Ollagüe, que se ubica en el Norte Grande de Chile, en la Provincia de El Loa, a 3660 metros sobre el nivel del mar.
La localidad, es conocida por su gran cantidad de volcanes y salares. Los volcanes Ollagüe, Miño, Chela, y Aucanquilcha, son parte del patrimonio natural atesorado por los ollagüinos y quienes visitan la zona como turistas.
Conociendo a la comunidad
El viaje al poblado desde Calama tarda aproximadamente dos horas y la ruta de la carretera rodea al volcán Ollagüe, permitiendo verlo desde numerosos ángulos. Produce una fumarola constante, que se aprecia perfectamente en el cielo despejado.
Las calles permanecen vacías casi todo el día, salvo por un pequeño periodo en la tarde, cuando los niños y adultos retornan a casa del colegio o el trabajo. Por las noches, la temperatura baja y el siempre constante viento disminuye las ganas de los ollagüinos por salir.
En el centro del poblado, lo más llamativo es una escultura de cóndor de más de tres metros de altura, confeccionada con materiales reciclables y con un corazón cobrizo en sus entrañas metálicas. Frente a él, se encuentra la municipalidad y el “Quirquincho”, centro de eventos dónde se realizaron las actividades del día.
La primera intervención, realizada el miércoles 18 de agosto, contó con una presentación del equipo de psicología, conformado por Marcos Godoy y Javiera Godoy, quienes presentaron el proyecto FIC-R a la comunidad. De igual manera, se llevó a cabo un conversatorio con la comunidad, para conocer qué les gustaría aprender sobre el riesgo volcánico.
Pese a que se llevan a cabo varios proyectos relacionados con los volcanes en la zona, al ser consultados, algunos ollagüinos presentes, señalaron que nunca habían asistido a una charla sobre los volcanes.
“La iniciativa está super buena y me gustaría que siguieran haciendo esto”, comentó Humberto Barraza Galleguillos, de la Oficina de Turismo de Ollagüe, “es importante saber de vulcanología, ya que vivimos rodeados de volcanes”.
El día siguiente, el equipo de psicología y comunicaciones del proyecto FIC-R, realizó el primer acercamiento con la directiva de la comunidad de Ollagüe, vía Zoom, donde se presentaron formalmente los objetivos del proyecto y el trabajo comunitario a realizar. En la reunión, se contó con la presencia de la Presidenta de la Comunidad Quechua de Ollagüe, Thelma Ramos y la Primer Director, Elena Achu.
“Lo importante es saber para informar a toda la comunidad, a todos los socios de la comunidad, que proyecto, o como, se lleva a cabo el trabajo con los volcanes”, afirmó Achu.
Por su parte, Nicolás Chacón, comunicador de Ckelar Volcanes, señaló que los miembros de la directiva, “se mostraron abiertas a recibir nuestras propuestas, escucharon atentamente nuestros objetivos como proyecto y les pareció bien que trabajemos mensualmente con la comunidad”.
En la tarde, se llevó a cabo la segunda actividad con la comunidad. Paula Zuñiga, tesista de Geología de la UCN e integrante de Ckelar Volcanes, habló sobre la composición, las características, los riesgos y los tipos de volcanes. Al finalizar la presentación, se resolvieron dudas y se conversó con los locatarios.
“Muy bueno que se haga este taller, porque mucha gente, no sabemos adonde evacuar”, explicó Dorotea Urrelo, ollagüina asistente al taller. “Hay gente que ya es adulta mayor y no puede ni caminar. Yo por lo menos corro todavía, pero hay gente que está inmóvil, en sus camas, hay gente que no ve, entonces, yo no pienso en mí no más, pienso en las demás personas”, finalizó.
En tanto, Paula Zuñiga, detalló que “la información que manejaban era muy variada, habían personas que tenían bastante información sobre volcanes pero no conocían la zona, por otro lado, habían personas que no conocían las dinámicas de un volcán, pero tenían el conocimiento de la zona y sabían hacia donde evacuar”.
Vivir en proximidad de un volcán
En las cercanías de Ollagüe, se ocultan grandes sorpresas. A 10 minutos de la comuna nos podemos encontrar con los vestigios de asentamientos mineros. Casas deterioradas, carros de transporte, almacenes, y animitas, emergen en medio del desierto de Atacama. Una ventana al pasado que nos lleva a preguntarnos, ¿Quiénes vivieron aquí y por qué?
Durante el apogeo de la minería del azufre, la localidad tuvo 6 azufreras y cientos de mineros. Mientras que la explotación de azufre en la zona ha llegado a su fin, dejando atrás solo las ruinas de los ex campamentos, Santa Rosa y Santa Cecilia, los salares y volcanes que caracterizan al poblado permanecen intactos a miles de metros de altura sobre el nivel del mar.
Ollagüe significa “buena vista” en aimara, y el nombre le hace justicia al paisaje, con vistosos salares y volcanes. Sin embargo, la buena vista de la localidad, conlleva riesgos.
El volcán Ollagüe es un estratovolcán activo que tiene la presencia constante de campos fumarólicos, lagos de lava y lagos cratéricos, además de microsismisidad. Según el Servicio Nacional de Geología y Minería de Chile (SERNAGEOMIN), una erupción mayor podría resultar en flujo piroclástico que afectaría el ferrocarril hacía Bolivia y al poblado de Ollagüe.
A pesar de la importancia de un plan de evacuación para esta población, que podría quedar vulnerable ante la eventualidad de una erupción volcánica mayor, hoy existe mucha incertidumbre sobre los protocolos de emergencia. Desde la municipalidad, hay preocupación sobre las “zonas seguras” de evacuación, algunas de las cuales, según señalan, pertenecen a privados.
Con respecto a la comunidad, Paula Zuñiga explicó, “no puedo asegurar si sabían determinar cuando existe riesgo volcánico, pero sí creo que había mucha incertidumbre de acuerdo a sus conocimientos y la realidad de una evacuación. La mayoría de las personas, sí sabía hacia donde evacuar, sin embargo, había mucha duda, en sí esa evacuación sería conveniente y efectiva.”
El equipo de Ckelar Volcanes acordó reunirse periódicamente con la directiva de Ollagüe de manera virtual, así como también visitar mensualmente la comunidad de Ollagüe para continuar el trabajo de divulgación científica.
El estudio se enmarca en el proyecto de Fondo de Innovación para la Competitividad Regional FIC-R “Mitigación del riesgo asociado a procesos volcánicos en la Región de Antofagasta” que cuenta con el financiamiento del Gobierno Regional de Antofagasta (GORE), en colaboración con la UCN.