El estudio in situ en volcanes no es tarea fácil, específicamente en el norte de Chile, ya que la distancia entre los volcanes y las ciudades más cercanas son muy grandes. La altitud, el clima extremo y la incomunicación en los sitios, hacen que el trabajo en terreno sea bastante arduo.
“Hay que comer livianito antes de subir a los pies del volcán”, recomienda Matías Arriagada, que camina lentamente junto a un grupo de científicos del Instituto Milenio de Investigación en Riesgo Volcánico –Mahesh Shrivastava (UCN) y Alexandra Fuentealba, más el técnico Mario Tabilo–, para instalar el primer punto de estación de GNSS (Global Navigation Satellite System) ubicado en la zona este del volcán San Pedro, en el vasto Desierto de Atacama.
El lugar se encuentra a aproximadamente 3.500 metros sobre el nivel del mar y, si no estás acostumbrado, “la puna puede pegar fuerte” advierten los científicos. Mareos, vómitos, diarrea e incluso desmayo, puede causar “el mal de puna”, al que los volcanólogos ya están adaptados, pues si vas con frecuencia a estos lugares, el cuerpo se acostumbra a la altura.
Por esta razón la experiencia de instalar estos equipos de monitoreo volcánico con sistema satelital en la Región de Antofagasta, es una “odisea” no exenta de dificultades, mediada por las grandes distancias de los sitios donde se realiza los monitoreos volcánicos, la ya descrita altura, la incomunicación que existe en estos espacios remotos del desierto y el terreno que rodea los volcanes, que requiere de camionetas 4×4 para acceder a ellos.
Pocas horas de sol
El reloj marca pasadas las cinco de la tarde, quedan pocas horas de sol, por lo que rápidamente los investigadores comienzan a descargar los equipos, y herramientas para la instalación. El equipo científico se dispone a subir cerro arriba a casi 4.000 metros de altura con cajas de herramientas, taladro, bidones con agua, y bencina, una estructura para la instalación de un panel solar que pesa aproximadamente 20 kilos, y sus respectivos accesorios, entre ellos, una batería de auto que pesa otros 20 kilos más.
Los expertos deben hacer varias paradas durante el ascenso al volcán, ya que el peso y la exigencia física para llegar a esas alturas es bastante extrema. El atardecer alcanza la campaña y comienza el proceso de instalación: “El equipo debe estar instalado a cierta distancia –desde cinco hasta once kilómetros del volcán– y a una altura considerable en un ángulo de 10° a cielo abierto, para recepcionar la señal de al menos seis satélites en una roca ‘aflorada’, es decir, que sea parte del sitio”, explica Mahesh Shrivastava, investigador Ckelar y académico de la UCN a cargo del proyecto.
El científico explica que la perforación debe tener unos 12 cm de profundidad, ya que, ahí se instala el sensor y receptor de señal de la estación GNSS, para captar el movimiento de la Tierra, por lo que debe estar exactamente instalado en 90° dentro del orificio. Luego comienza la segunda parte de la estación: colocar un panel solar.
Paneles solares
Con pala en mano, el grupo de expertos aplana lo que más se pueda el suelo y así poder enterrar la base de la estructura de fierro del panel. Esta estructura está recubierta con madera en los costados y contiene una batería de auto, un controlador de carga, un GPS, y un equipo receptor de señal satelital. El panel se conecta al sensor GNSS a través de dos cables, los que se recubren con PVC corrugado, para protegerlo del sol.
Con el equipo instalado y una gran luna llena, la expedición toma el rumbo hacia Calama en la Región de Antofagasta. Normalmente los volcanólogos pernoctan durante varios días en sus campañas de terreno, en pleno desierto, en lo que llaman “refugios”, cercano a los volcanes, que son estructuras, incluso un cerro, que los cubra del viento y del clima extremo del altiplano nortino. Esta vez la campaña es “lujosa”, dice entre risas la encargada de logística Ckelar, Alexandra Fuentealba, ya que se alojan en una hostal.
En el segundo sitio se debe repetir la misma rutina, esta vez en un pequeño roquerío situado en la cara oeste del volcán San Pedro y resguardados a un costado por el volcán monogenético, La Poruña. Aquí el proceso de instalación se realizó sin muchos pormenores y en muy poco tiempo. Tras la instalación, la próxima parada es San Pedro de Atacama, un viaje de tres horas, ya que no existe una ruta directa, por lo que, debemos devolvernos a Calama y desde ahí, tomar la ruta a la localidad turística.
Durante los trayectos, no se realizan paradas para almuerzo y la comida diaria consiste en un desayuno, y snacks durante todo el día. Así funcionan todos los terrenos, explican los volcanólogos, ya que el trabajo es muy duro durante todo la jornada, y comer una comida contundente, bajaría la productividad o incluso, debido a la altura, provocaría malestares.
El volcán activo
El último día de trabajo el objetivo es llegar al imponente y activo volcán Lascar, territorio de la comunidad indígena atacameña de Talabre, que viven en la falda del volcán y son quienes administran, además, el ingreso. A pesar de que la travesía se hace en el desierto más árido del mundo, con el sol abrumador del mediodía, el frío del lugar cala los huesos, pero se logra el objetivo de instalar esta tercera estación.
La próxima campaña de GNSS Ckelar se realizará en los volcanes Socompa, Lastarria y en el punto este del volcán Lascar. De acuerdo a Mahesh Shrivastava, posteriormente, solo se realizarán trabajos de mantención de equipos, ya que, el sistema transmite los datos online de manera permanente.